lunes, 17 de octubre de 2011

La ciudad de los Pozos

Mi cuento para pensar favorito,de Jorge Bucay.
 
Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la apertura que los conectaba con el exterior).
Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un dia llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblito humano:
La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.
Así fue cómo los pozos empezaron a llenarse de cosas.
Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior...
Alguno de ellos fue el primero: En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No pasó mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad...
Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido...
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...
Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa. Adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua...
Nunca antes otro pozo había encontrado agua...
El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en tréboles, en flores, y en troquitos endebles que se volvieron árboles después...
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro.
-Ningún milagro - contestaba el Vergel - hay que buscar en el interior, hacia lo profundo...
Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas...
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío...
Y también empezó a profundizar...
Y también llegó al agua...
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...
- ¿Que harás cuando se termine el agua? - le preguntaban.
- No sé lo que pasará - contestaba - Pero, por ahora, cuánto más agua saco, más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...
Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.
No sólo podìan comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...
 

lunes, 3 de octubre de 2011

Marinero de interior.


En la vertiente de tu rostro lo perdí todo.
Me miras y en un solo segundo palpitan en una corriente de electricidad unánime bailando por otra mirada, hasta las uñas de mis pies.
Hasta aquí siento los suspiros de tu ausencia anhelando tocar cada gota de tu presencia con tal ansia que pueda tocarte con tan solo oler mis manos cuando no estás.
Nos perdimos en la insistencia infantil de hacer funcionar esta máquina tozuda de contratiempos y con cada amanecer seguimos valorando todas y cada una de las promesas que no cumplimos, da igual, habrá tiempo para hacerlo, siempre lo hubo.
En el vaivén de cuerpos extasiados conseguimos hacer sonar las horas de un extremo algo duro acostumbrado ya a al ir y venir de nuestra compañía, pintado de un azul llamativo en cada despedida.
Culpable eres de aprovechar cada instante renqueante de humos las ganas de ti, deslumbrando con algo por pequeño que sea, una sonrisa, un abrazo o una vulgar llamada.
Rompí tu mundo bebiendo de ti, rompiste el mío subido a mi alma, de cada paso que dí a tu lado, aprendí que no hay mejor amor que la libertad que te brindo de quererme o no hacerlo sin dejar de mirarte con los ojos empañados en recuerdos de aquellos momentos en antros de pop.
El paso del tiempo nos brindó el acertijo de querer, como debe quererse a los amigos de momentos de pasión ocasional.
Hoy, con algo más de experiencia que los años adolescentes que poseía cuando me regalabas tu primera mirada, reflejo de un ambiente ambiguo, mis ojos y los tuyos, grandes conocedores de antaño se obsequian cuando chocamos por el mundo, con aquella complicidad digna solo de los más sinceros pensamientos.
Trotamundos indiscutibles de nuestros cuerpos, reconocidos enemigos de contratiempos culminados siempre de momentos de ardor ansioso de sentir nuestras presencias entrelazadas.
Tal vez embarcándome en la aventura de los adultos, te descubro con otra mirada, en otro lugar, con el mismo apetito, es el riesgo que nos ofrece la vida, reconocida acróbata de situaciones inesperadas.
Mis manos, desprenden el aroma de una guitarra cada mañana, haciendo ahínco en una promesa que en homenaje al don que tanto nos caracteriza tal vez cumplamos o tal vez no, me iré, sabiendo que siempre estarás ahí, en la forja de lo que construímos en chiringuitos de buena salud, en noches pintando corazones en el vaho del mundo de los suspiros.
Si Nellie la elefanta nos ofreciera el pasado, como un dia de marmota, no lo hubieramos hecho mejor.