martes, 20 de septiembre de 2011

En vidas, han decidido no ahorrar.

Con motivo de las Fiestas de San Mateo de Logroño, ciudad poblada de gentío, vino y pinchos, nos embarcamos una vez más en los viscerales senderos que nos llevan a defender a los más inocentes.
Al llegar, una multitud de halagüeñas calles enmascaradas por un gobierno represivo y oportunista, representativo de la Democracia de hoy en día, esconden el cruel derroche de vidas que se llevará a cabo a lo largo de toda una semana. En vidas, han decidido no ahorrar.
Muchos de nosotros, habituados al ir y venir incómodo de esta lucha, entre copas y abrazos, nos lo tomamos cómo una forma de conocer a nuevas personas, que tomaron la decisión valiente y sacrificada de atravesar el espejo y mirarlo desde el otro lado, como tantos lo hicimos antes. Sin embargo, en todas y cada una de las cabezas reflexivas involucradas, la imágen de las 42 vidas que trascenderán, aparece como una alarma que nos ayuda a no olvidar aquello por lo que venimos y si no es así, los empapelados muros logroñeses facilitan el recuerdo con cada foto, nombre y peso, de los condenados a caer.
En la plaza, desnudos y ensangrentados, unos tiemblan, otros aguantan estoicamente escasos grados, nada duele, aunque el frío ha decidido postrarse sobre nuestra piel y el suelo penetra nuestros huesos.
En otra plaza muy distinta, todos ríen y celebran el poder de alimentar el sadismo que les rebienta las venas sin castigo ninguno, les ven llorar, sangrar, sudar, sufrir y todo queda en una fiesta, que algunos celebran y otros, castigados por haber existido en el camino de los bondadosos, desinteresados de venganza alguna, ceden a lo que les acontece.

Otro año más, en otra ciudad, con otros compañeros y por las mismas razones, volveremos a encontrarnos, preguntándonos cuanto más va a durar esta barbarie, deseando que sea más duradera la esperanza que mantenemos en vilo.

Y lo será, porque la balanza de la existencia debe estar inclinada hacia lo positivo, nosotros nos esforzámos dia a dia por que así sea.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Blowing in the wind

Durante el insomnio ocasionado por cierto número de ilusos ajenos al malestar provocado a miles de personas y a un individuo en concreto, reflexiono sintiendo el roce de una brisa de aire que muchos no sentirán en su hastiada y enajenante vida, el calor de un rayo de sol a media mañana cegando almas paseantes, inspiro profundamente sin miedo, ese que tantos adolecen dia tras dia.

Me paseo, agobiada de tantas emociones, sin llegar a creer que otros no sientan de la misma manera que yo lo hago, frustrada por haberme tocado la irónica lotería de parar en este mundo, entre las infinitas posibilidades de realidad.

Suertuda yo, de haber nacido humana, más aún de poseer un gran número de neuronas espejo, las de la empatía, la consideración, la razón y las del amor.
Desgraciados ellos, por no saber compartir otra cosa que el odio y la miserable sensación de necesidad de provocar sufrimiento, reflejo único y absoluto de un alma en proceso de putrefacción acaecida de dar lo que se recibe y recibir inevitablemente lo que se da.

Mañana habrá más, víctimas de cuerpos vacíos, autómatas infieles a lo que deberia subseguir a lo humano, haciendo muestra de la carencia más acentuada de la definida gran y mejor especie capaz de someter al más inocente, falto de amor adolescente y desinteresado por las cosas por aquellos que poseen el único lenguaje de la predilección amorosa, aunque no se les pague con la misma moneda.

Me pregunto qué ha debido de ocurrir en este planeta perturbado para que cada dia con mayor vehemencia, el amor se convierta en una cualidad escasa de unos pocos, considerados locos, que aún creemos que el circuito que nos unía con lo que nos rodea, ausente de asfalto y algarabía, cortocircuitado, puede repararse de alguna manera.

La esperanza es lo último que se pierde y aunque sea en en el rincón más oscuro del corazón de cada uno, hay algo de inquietud cariñosa impaciente por hacer acto de presencia en este lugar tan mal repartido.
Vuelvo a suspirar, mañana será mejor.
Pienso, como decía Bob Dylan, que la respuesta está flotando en el aire e ineludiblemente, todos acabarán por encontrarla.