jueves, 19 de enero de 2012

15 días


Decidida a no pasarme cada día de mi vida esperando esos 15 días en agosto para las vacaciones, como decía el conocido video, decidí embarcarme en la aventura de viajar y conocer mundo .  Yo tampoco quiero hacerme mayor, por eso lo dejé todo y me aventuré a lo desconocido, sé que me hará crecer pero de otra manera.

Al llegar, en mi caso, a un país árabe y experimentar el choque cultural de primera mano, es inevitable sentir un miedo terrible, miedo a todas aquellas sombras monocromáticas a las que apenas puedes diferenciar pues no hay más de un palmo de carne visible tanto en hombres como en mujeres, en ese momento te obligas a recoger los prejuicios de tu propia cultura para intentar entender qué es lo que mueve a tanta gente a vestir, creer y pensar de una manera tan distinta a la tuya y los escondes en algún lugar recóndito de tu cerebro.

La calle de un lugar nuevo parece extrañamente oscura e inhóspita y sentí lástima por los innumerables gatos que se amontonan en todos los rincones, pensando en todas las cosas que están en mi mano para mejorar la vida de al menos alguno de aquellos felinos.

El pasar de los días es fugaz al principio, todo es nuevo y no da tiempo de nada, aunque resulte complicado, hay que encontrar momentos en los que pararse a pensar en las razones que me han traído aquí y entrenarme a diferenciar lo que es real de lo intrascendente.

Es difícil moverse entre tanta miseria y abundancia a la vez, otro mundo completamente distinto al que estamos acostumbrados y en cuanto a nuestros indefensos, aquí lo son más, no porque los traten peor, si no porque no hay control alguno sobre ellos, los gatitos se reproducen sin parar y en el Souq Waqif, el mercado tradicional, venden cachorros de todo tipo sin agua ni comida alguna, no he osado imaginar lo que hacen con aquellos que no son vendidos.

En un país que se enorgullece de su carne, cuidadosamente desangrada en el matadero, pues aquí hasta el McDonalds es halal, me resulta tan imposible dejar de pensar en ellos como hablar con alguien de lo que siento. Si no entienden mi libertad cómo hacerles entender que los animales también la merecen…improbable, pero no pierdo la esperanza.

Yo creceré un poquito cada día, me cubriré el corazón y me compraré un escudo que me esconda de tanta irracionalidad, pues una se da cuenta de que realmente "el desarrollo de un país se mide por el modo en el que tratan a los animales" independientemente de la riqueza material del mismo.

lunes, 17 de octubre de 2011

La ciudad de los Pozos

Mi cuento para pensar favorito,de Jorge Bucay.
 
Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la apertura que los conectaba con el exterior).
Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un dia llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblito humano:
La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.
Así fue cómo los pozos empezaron a llenarse de cosas.
Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior...
Alguno de ellos fue el primero: En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No pasó mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad...
Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido...
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...
Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa. Adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua...
Nunca antes otro pozo había encontrado agua...
El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en tréboles, en flores, y en troquitos endebles que se volvieron árboles después...
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro.
-Ningún milagro - contestaba el Vergel - hay que buscar en el interior, hacia lo profundo...
Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas...
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío...
Y también empezó a profundizar...
Y también llegó al agua...
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...
- ¿Que harás cuando se termine el agua? - le preguntaban.
- No sé lo que pasará - contestaba - Pero, por ahora, cuánto más agua saco, más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...
Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.
No sólo podìan comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...
 

lunes, 3 de octubre de 2011

Marinero de interior.


En la vertiente de tu rostro lo perdí todo.
Me miras y en un solo segundo palpitan en una corriente de electricidad unánime bailando por otra mirada, hasta las uñas de mis pies.
Hasta aquí siento los suspiros de tu ausencia anhelando tocar cada gota de tu presencia con tal ansia que pueda tocarte con tan solo oler mis manos cuando no estás.
Nos perdimos en la insistencia infantil de hacer funcionar esta máquina tozuda de contratiempos y con cada amanecer seguimos valorando todas y cada una de las promesas que no cumplimos, da igual, habrá tiempo para hacerlo, siempre lo hubo.
En el vaivén de cuerpos extasiados conseguimos hacer sonar las horas de un extremo algo duro acostumbrado ya a al ir y venir de nuestra compañía, pintado de un azul llamativo en cada despedida.
Culpable eres de aprovechar cada instante renqueante de humos las ganas de ti, deslumbrando con algo por pequeño que sea, una sonrisa, un abrazo o una vulgar llamada.
Rompí tu mundo bebiendo de ti, rompiste el mío subido a mi alma, de cada paso que dí a tu lado, aprendí que no hay mejor amor que la libertad que te brindo de quererme o no hacerlo sin dejar de mirarte con los ojos empañados en recuerdos de aquellos momentos en antros de pop.
El paso del tiempo nos brindó el acertijo de querer, como debe quererse a los amigos de momentos de pasión ocasional.
Hoy, con algo más de experiencia que los años adolescentes que poseía cuando me regalabas tu primera mirada, reflejo de un ambiente ambiguo, mis ojos y los tuyos, grandes conocedores de antaño se obsequian cuando chocamos por el mundo, con aquella complicidad digna solo de los más sinceros pensamientos.
Trotamundos indiscutibles de nuestros cuerpos, reconocidos enemigos de contratiempos culminados siempre de momentos de ardor ansioso de sentir nuestras presencias entrelazadas.
Tal vez embarcándome en la aventura de los adultos, te descubro con otra mirada, en otro lugar, con el mismo apetito, es el riesgo que nos ofrece la vida, reconocida acróbata de situaciones inesperadas.
Mis manos, desprenden el aroma de una guitarra cada mañana, haciendo ahínco en una promesa que en homenaje al don que tanto nos caracteriza tal vez cumplamos o tal vez no, me iré, sabiendo que siempre estarás ahí, en la forja de lo que construímos en chiringuitos de buena salud, en noches pintando corazones en el vaho del mundo de los suspiros.
Si Nellie la elefanta nos ofreciera el pasado, como un dia de marmota, no lo hubieramos hecho mejor.


martes, 20 de septiembre de 2011

En vidas, han decidido no ahorrar.

Con motivo de las Fiestas de San Mateo de Logroño, ciudad poblada de gentío, vino y pinchos, nos embarcamos una vez más en los viscerales senderos que nos llevan a defender a los más inocentes.
Al llegar, una multitud de halagüeñas calles enmascaradas por un gobierno represivo y oportunista, representativo de la Democracia de hoy en día, esconden el cruel derroche de vidas que se llevará a cabo a lo largo de toda una semana. En vidas, han decidido no ahorrar.
Muchos de nosotros, habituados al ir y venir incómodo de esta lucha, entre copas y abrazos, nos lo tomamos cómo una forma de conocer a nuevas personas, que tomaron la decisión valiente y sacrificada de atravesar el espejo y mirarlo desde el otro lado, como tantos lo hicimos antes. Sin embargo, en todas y cada una de las cabezas reflexivas involucradas, la imágen de las 42 vidas que trascenderán, aparece como una alarma que nos ayuda a no olvidar aquello por lo que venimos y si no es así, los empapelados muros logroñeses facilitan el recuerdo con cada foto, nombre y peso, de los condenados a caer.
En la plaza, desnudos y ensangrentados, unos tiemblan, otros aguantan estoicamente escasos grados, nada duele, aunque el frío ha decidido postrarse sobre nuestra piel y el suelo penetra nuestros huesos.
En otra plaza muy distinta, todos ríen y celebran el poder de alimentar el sadismo que les rebienta las venas sin castigo ninguno, les ven llorar, sangrar, sudar, sufrir y todo queda en una fiesta, que algunos celebran y otros, castigados por haber existido en el camino de los bondadosos, desinteresados de venganza alguna, ceden a lo que les acontece.

Otro año más, en otra ciudad, con otros compañeros y por las mismas razones, volveremos a encontrarnos, preguntándonos cuanto más va a durar esta barbarie, deseando que sea más duradera la esperanza que mantenemos en vilo.

Y lo será, porque la balanza de la existencia debe estar inclinada hacia lo positivo, nosotros nos esforzámos dia a dia por que así sea.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Blowing in the wind

Durante el insomnio ocasionado por cierto número de ilusos ajenos al malestar provocado a miles de personas y a un individuo en concreto, reflexiono sintiendo el roce de una brisa de aire que muchos no sentirán en su hastiada y enajenante vida, el calor de un rayo de sol a media mañana cegando almas paseantes, inspiro profundamente sin miedo, ese que tantos adolecen dia tras dia.

Me paseo, agobiada de tantas emociones, sin llegar a creer que otros no sientan de la misma manera que yo lo hago, frustrada por haberme tocado la irónica lotería de parar en este mundo, entre las infinitas posibilidades de realidad.

Suertuda yo, de haber nacido humana, más aún de poseer un gran número de neuronas espejo, las de la empatía, la consideración, la razón y las del amor.
Desgraciados ellos, por no saber compartir otra cosa que el odio y la miserable sensación de necesidad de provocar sufrimiento, reflejo único y absoluto de un alma en proceso de putrefacción acaecida de dar lo que se recibe y recibir inevitablemente lo que se da.

Mañana habrá más, víctimas de cuerpos vacíos, autómatas infieles a lo que deberia subseguir a lo humano, haciendo muestra de la carencia más acentuada de la definida gran y mejor especie capaz de someter al más inocente, falto de amor adolescente y desinteresado por las cosas por aquellos que poseen el único lenguaje de la predilección amorosa, aunque no se les pague con la misma moneda.

Me pregunto qué ha debido de ocurrir en este planeta perturbado para que cada dia con mayor vehemencia, el amor se convierta en una cualidad escasa de unos pocos, considerados locos, que aún creemos que el circuito que nos unía con lo que nos rodea, ausente de asfalto y algarabía, cortocircuitado, puede repararse de alguna manera.

La esperanza es lo último que se pierde y aunque sea en en el rincón más oscuro del corazón de cada uno, hay algo de inquietud cariñosa impaciente por hacer acto de presencia en este lugar tan mal repartido.
Vuelvo a suspirar, mañana será mejor.
Pienso, como decía Bob Dylan, que la respuesta está flotando en el aire e ineludiblemente, todos acabarán por encontrarla.