Decidida a no pasarme cada día de mi vida esperando esos 15 días en agosto para las vacaciones, como decía el conocido video, decidí embarcarme en la aventura de viajar y conocer mundo . Yo tampoco quiero hacerme mayor, por eso lo dejé todo y me aventuré a lo desconocido, sé que me hará crecer pero de otra manera.
Al llegar, en mi caso, a un país árabe y experimentar el choque cultural de primera mano, es inevitable sentir un miedo terrible, miedo a todas aquellas sombras monocromáticas a las que apenas puedes diferenciar pues no hay más de un palmo de carne visible tanto en hombres como en mujeres, en ese momento te obligas a recoger los prejuicios de tu propia cultura para intentar entender qué es lo que mueve a tanta gente a vestir, creer y pensar de una manera tan distinta a la tuya y los escondes en algún lugar recóndito de tu cerebro.
La calle de un lugar nuevo parece extrañamente oscura e inhóspita y sentí lástima por los innumerables gatos que se amontonan en todos los rincones, pensando en todas las cosas que están en mi mano para mejorar la vida de al menos alguno de aquellos felinos.
El pasar de los días es fugaz al principio, todo es nuevo y no da tiempo de nada, aunque resulte complicado, hay que encontrar momentos en los que pararse a pensar en las razones que me han traído aquí y entrenarme a diferenciar lo que es real de lo intrascendente.
Es difícil moverse entre tanta miseria y abundancia a la vez, otro mundo completamente distinto al que estamos acostumbrados y en cuanto a nuestros indefensos, aquí lo son más, no porque los traten peor, si no porque no hay control alguno sobre ellos, los gatitos se reproducen sin parar y en el Souq Waqif, el mercado tradicional, venden cachorros de todo tipo sin agua ni comida alguna, no he osado imaginar lo que hacen con aquellos que no son vendidos.
En un país que se enorgullece de su carne, cuidadosamente desangrada en el matadero, pues aquí hasta el McDonalds es halal, me resulta tan imposible dejar de pensar en ellos como hablar con alguien de lo que siento. Si no entienden mi libertad cómo hacerles entender que los animales también la merecen…improbable, pero no pierdo la esperanza.
Yo creceré un poquito cada día, me cubriré el corazón y me compraré un escudo que me esconda de tanta irracionalidad, pues una se da cuenta de que realmente "el desarrollo de un país se mide por el modo en el que tratan a los animales" independientemente de la riqueza material del mismo.